Hoy se cumple un mes justo desde que llegué a esta ciudad e
inicie esta aventura. Solo en un mes me he convencido que estoy ante una gran
oportunidad de conocer nuevos lugares, culturas y costumbres.
Momentos de morriña y nostalgia ha habido, por supuesto, y
momentos muy duros también. Pero cada nueva persona conocida, cada rincón que
encontraba después de salir a patearme la ciudad y perderme miles de veces, cada
momento de “puf, como hago para que me entienda” cuando me encuentro en la
situación de comunicarme con gente que solo habla húngaro, y sobre todo la
amabilidad, sonrisas, ayuda y buenos momentos que me ofrece la gente es lo que hace
que estos momentos malos los deje apartados porque no los necesito.
Si hay algo que echaré de menos este año de España es el
palo del recogedor y no tener que agacharme siempre que terminas de barrer.
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