domingo, 14 de octubre de 2012

Un mes como húngaro.





Hoy se cumple un mes justo desde que llegué a esta ciudad e inicie esta aventura. Solo en un mes me he convencido que estoy ante una gran oportunidad de conocer nuevos lugares, culturas y costumbres.  

Momentos de morriña y nostalgia ha habido, por supuesto, y momentos muy duros también. Pero cada nueva persona conocida, cada rincón que encontraba después de salir a patearme la ciudad y perderme miles de veces, cada momento de “puf, como hago para que me entienda” cuando me encuentro en la situación de comunicarme con gente que solo habla húngaro, y sobre todo la amabilidad, sonrisas, ayuda y buenos momentos que me ofrece la gente es lo que hace que estos momentos malos los deje apartados porque no los necesito.

Terminaré el año siendo políglota, aprendiendo palabras en inglés, portugués, francés, italiano, húngaro… Tendré claro que beber mas cerveza que un polaco es prácticamente imposible, y sabré cocinar platos exquisitos de diferentes países del mundo.

Si hay algo que echaré de menos este año de España es el palo del recogedor y no tener que agacharme siempre que terminas de barrer.

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