lunes, 15 de octubre de 2012

La tasa erasmus


Hay una cosa que nadie comento cuando firmamos nuestro “learning agreement”, y es que estamos condenados a pagar una tasa especial por ser Erasmus. Esta tasa nunca sabes cuando la tendrás que pagar, no sabes cuantas veces la tienes que pagar y no sabes cuanto dinero tienes que pagar en cada una.


Maneras de pagar esta tasa hay muchas, desde la vez que te engañan en el supermercado hasta el viaje interminable en taxi para dejarte al final a tan solo unos cuantos metros de tu punto de inicio.

Hoy, de nuevo, he tenido que pagar mi tasa por ser Erasmus. Esta vez ha sido por ir montado en el autobús confiado tranquilamente porque pagué cerca de 12 € por un bono con el cual puedo dar ilimitados viajes en el bus urbano. Perdone mi estupidez señora revisora, si además de llevar este bono con mi numero de identificación como estudiante debía llevar también un papel estúpido que me acredita como tal, el cual, esta bien guardado en una carpeta, y como papel importante que es no pretendo que se rompa a las primeras de cambio con tanto uso, porque es eso, papel. Parece que me han visto la cara, y ya he pagado mas de una tasa por ser Erasmus, como la que pagué cuando al pagar con un billete de 5000 forines la dependienta me dice al darme la vuelta que había pagado con 2000 fn, y claro, como salir bien de esa situación si no consigues entender ni una palabra de este idioma tan extraño que es el húngaro.

Así que ya estáis avisados, todos tenemos una tasa Erasmus, no sabemos cuando va a llegar pero todos pasamos por ella, parece ser que es la forma de la que obtienen unos jugosos ingresos extra. Pero es un precio que pago gustosamente por llenar mi vida de anécdotas como esta.


P.D. El copyright del termino “tasa erasmus” pertenece a Miguel Martinez Briz. Si no es mencionado, se enfada el pobre.


domingo, 14 de octubre de 2012

Un mes como húngaro.





Hoy se cumple un mes justo desde que llegué a esta ciudad e inicie esta aventura. Solo en un mes me he convencido que estoy ante una gran oportunidad de conocer nuevos lugares, culturas y costumbres.  

Momentos de morriña y nostalgia ha habido, por supuesto, y momentos muy duros también. Pero cada nueva persona conocida, cada rincón que encontraba después de salir a patearme la ciudad y perderme miles de veces, cada momento de “puf, como hago para que me entienda” cuando me encuentro en la situación de comunicarme con gente que solo habla húngaro, y sobre todo la amabilidad, sonrisas, ayuda y buenos momentos que me ofrece la gente es lo que hace que estos momentos malos los deje apartados porque no los necesito.

Terminaré el año siendo políglota, aprendiendo palabras en inglés, portugués, francés, italiano, húngaro… Tendré claro que beber mas cerveza que un polaco es prácticamente imposible, y sabré cocinar platos exquisitos de diferentes países del mundo.

Si hay algo que echaré de menos este año de España es el palo del recogedor y no tener que agacharme siempre que terminas de barrer.